Y me jodes, me rayo, y te invito.

Desde hace tiempo duermo mirando a la pared. No lo llames manía, llamalo
echar en falta.
Me jodes. Y me rayo. Y te invito.
A otro peta (o a la cama).
Si quieres hacemos felices a las farolas mientras abro la ventana. No hay más que vernos.
Al fin y al cabo, de nada sirve mirarnos de cerca -decías- si luego me vas a venir con el cuento de que sólo ves decepciones entre mis pestañas.
Y en realidad no son tan pequeñas como para esconderse ahí. No lo entiendo.
Pero qué sabrás tú de la palabra decepción, si todavía no has llegado al punto en el que hasta los golpes de suerte te hacen daño. En el costado. Donde querias besarme -a toda costa- cuando te prometía el cielo desde la cama.
Pero antes de cerrar aquí, te diré una cosa;
Esta noche, duerma mirando a la pared o no
me haría de madera sólo para que me tocaras
mi vida.

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