Su movimiento de caderas alrededor de cada baldosa de mi salón
como si compusiera una canción para mi...
tocando mi espalda con complejo de piano.
En las retinas de mis manos quedó el orden exacto de sus lunares,
parecían una escalera a la misma Luna.
Y en su manera de caminar perdí algo más que el Norte.
Solo quería que me subiera el volumen como si fuera su canción favorita.
Ser su último recurso, su botiquín de primeros y últimos auxilios.
Pero cómo explicarle que las manecillas de esta brújula solo apuntaban a sus piernas, y que después de haber perdido el Norte también le perdí a él. Y ahora es tarde para encontrarnos...
Que alguien le pida que me busque en cada canción, que yo en las letras sigo haciéndole el amor en el mismo salón en el que nunca nos sobró el aliento.
O mejor, que no me busque.
Si en realidad...
Nunca podría darle lo mejor de mi.
NCMS
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