No te conocía.
Había oído hablar de ti, como de muchas otras cosas, pero nunca te había probado.
No sabía cual era la fórmula que decían que tenías de hacer a todos felices. A todos los que podían llegar a conocerte. (Con suerte, claro)
Llámalo destino, pero yo soy una de esas personas con suerte.
Al principio no sabía como tratarte. Yo no sabía como debía empezar contigo, pero me di cuenta de que puedo definirte como un chico triste sentado en la estación de tren equivocada, porque ha perdido el suyo. ¿Sabes? A esos los veo yo a diario, y gracias a ello pude entender la perfección que podías llegar a alcanzar.
Quise conocerte más a fondo, a través de otras personas incluso... Pero esto no marchaba bien, a si que decidí seguir mi camino y no hacer caso de lo que pensaban los demás de ti.
Eres puras ganas de salir corriendo a cualquier parte. Todos los muros de las calles saben algo de ti, y te prometo que si salieran a la calle a hablar de todo lo que conocen, el mundo se llenaría.
Te he visto llorar, reír, querer.. Incluso hacerle el amor a mi tiempo y besar cada uno de mis miedos para que yo no durmiera sola.
Solo y gracias a ello, escribir es una vía de escape que he conocido temprano y se ha convertido en una de mis manías más bonitas.
Feliz día a ti, Poesía. Aunque debería agradecértelo todos los días.
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